La gran mayoría de las mujeres embarazadas sufren la 'tristeza puerperal'. Sus síntomas son decaimiento, irritabilidad, inquietud, tristeza y ganas de llorar. Desaparece pocas semanas después sin más consecuencias. En cambio la depresión postparto se acompaña de sentimiento negativos profundos y puede alargarse si no se realiza el tratamiento adecuado.
Su origen no es claro pero hay varios motivos que se consideran como inductores. El shock de convertirse en madre, el cambio de relación con los demás al ser madre y no solo pareja o hija, sentir que no la apoyan lo suficiente, la dieta irregular, antecedentes de depresión.
Los trastornos hormonales producidos durante el parto también se relacionan con leste tipo de depresión. Durante el parto se requieren altos niveles de progesterona (hormona relacionada con las emociones). Luego de dar a luz, esta hormona se reduce drásticamente. Estos cambios radicales afectan de manera importante a la mujer y al desarrollo de la depresión posparto. La depresió prenatal también podría influir.
Las mujeres sienten decaimiento, una tristeza infinita, cansancio, se sienten incapaces de afrontar las situaciones, sentimiento de culpa por no querer al bebé, irritabilidad, ganas de llorar, hostilidad o indiferencia hacia el hijo o la pareja, pérdida de interés en el sexo, dificultad para dormir de manera regular, ansiedad o temores obsesivos sobre la salud del bebé o de otros miembros de la familia.
También puede provocar pérdida del apetito o de la capacidad para comer, ataques de pánico con palpitaciones, manos sudorosas y sentimientos de enfermedad; síntomas físicos como dolores de estómago, dolores de cabeza y visión borrosa; incluso, pensamientos sobre la muerte.
El tratamiento para la depresión posparto puede incluir antidepresivos, terapia o ambos. Es muy importante seguir el tratamiento de manera rigurosa para evitar complicaciones que, a largo plazo, son las mismas que en la depresión grave.
La depresión postparto
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