En el año 1988, en plena ebullición de la epidemia de Sida, más de cien ministros de salud de todo el mundo reunidos en Londres aprobaron la creación de un Día Mundial del Sida, que la Organización Mundial de la Salud fijó en el 1 de diciembre. El primer lema elegido fue el de "comunicación", en un intento por hacer frente al tremendo reto de dar a conocer una enfermedad que ni los propios médicos comprendían bien.
Con el paso de los años, la enfermedad ha dejado de ser tan desconocida y los lemas de cada 1 de diciembre se fueron centrando en la familia, los jóvenes, las mujeres, los derechos, la esperanza, el estigma... y, en estos últimos años, en el liderazgo.
"El final de la década de los 80 supuso una guerra contra el tiempo. La gente con sida tenía que luchar por su vida y, también, por la de sus amigos", explica Eric Sawyer, uno de los fundadores de la organización ACT UP New York. "Hacia 1988, siete años después de detectarse el primer caso de sida, la enfermedad estaba causando más muertes en EEUU que las que provocó la Guerra de Vietnam, pero ni los gobiernos, ni la sociedad ni los medios le prestaban la suficiente atención".
Es así como surge el activismo, con los propios afectados dispuestos a informar sobre la enfermedad y lo que estaba pasando con la expansión veloz del virus.
En estos años los avances han sido muchos aunque todavía no haya una vacuna eficaz, no hayan microbicidas y el tratamiento que puede salvar la vida del enfermo sea muy limitado. Frente a la crisis global y el impacto que pueda tener sobre los avances ya obtenidos, lo importante es el liderazgo y luchar por mantener los compromisos adquiridos frente al VIH.
Según la WAC (Campaña Mundial del Sida), "los líderes del mundo ahora son conscientes de la amenaza que supone el virus. En 2007, casi todos los países tenían políticas nacionales centradas en el VIH, pero la mayoría no se están aplicando en su totalidad".
Otros datos son que "sólo el 31% de los países con medianos y bajos ingresos que necesitan fármacos antisida los recibe; el número de individuos infectados crece 2,7 veces más rápido que el de quienes inician la terapia y la tercera parte de los países carecen de medidas legales que protejan a los seropositivos del estigma y la discriminación".
También se advierte que los jóvenes no se cuidan, que han bajado la guardia y no son realmente concientes de la posibilidad de contraer el virus. El 45% de las nuevas infecciones del pasado año se registraron en personas de entre 15 y 24 años. Además, sólo el 40% de los varones jóvenes y el 36% de las mujeres de esta edad tienen un conocimiento correcto sobre esta enfermedad.
Nuestra deber como ciudadanos y como personas realmente responsables es la de informarnos y brindarles a nuestros hijos toda esa información para cuidarse frente a una enfermedad, hasta ahora, incurable. Aprender a cuidarnos y a cuidar a quienes más queremos, actuando con seriedad, sin tomarnos a la ligera un problema serio y muy serio.
Tampoco debemos olvidar que, mientras para muchos puede ser una enfermedad lejana "que nunca le va a tocar", hay países donde más del 30% de la población está infectada del virus del sida. Adultos, jóvenes, niños y bebés por nacer que ya están enfermos. Debemos ser responsables y mantener la lucha contra el VIH, pensando en todos y que todos tienen derecho a acceder a los fármacos y a un tratamiento para poder seguir viviendo dignamente.
Por último, no queremos dejar de recordar a las personas que están sufriendo la enfermedad y son víctima de discriminación en su propia persona o en la de sus familiares. Nadie, nunca, debiera ser discriminado por estar enfermo de nada.
1 de diciembre: Día Mundial del Sida
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