La piel es un órgano superficial que reviste y protege la superficie externa de nuestro organismo. Su extensión es de 1,6 a 2 m2, su espesor de 1,5 a 4 milímetros, y pesa alrededor de 5 kilos. Se trata de un tejido con una gran vitalidad, que actúa como barrera entre el exterior y el organismo, y que precisa unos cuidados que a veces no le damos. Más bien al contrario, resulta habitual someterla a agresiones que la deterioran y la enferman, envejeciéndola prematuramente.
Los estratos que componen la piel
- Epidermis: Es la capa más superficial, formada por varios estratos celulares. Del más inferior, el germinativo, parte la regeneración celular. Allí es donde constantemente se crean células nuevas que ascienden y se transforman hasta constituir la capa córnea que cumple una función protectora vital.- Capa córnea: Este estrato se encuentra recubierto por una fina capa hidrolipídica con un pH ligeramente ácido, donde la mayoría de los gérmenes, bacterias, hongos y virus encuentran condiciones adversas para vivir y propagarse. Este manto ácido nos defiende de las infecciones y por eso resulta tan importante no alterarlo.
- Dermis: Tejido conjuntivo que fortalece la piel, le aporta elasticidad y textura por su composición a base de fibras, agua y un gel compuesto de azúcares y proteínas. En la dermis se sitúan los vasos sanguíneos, los linfáticos, los nervios, las glándulas sudoríparas y los folículos pilosos.
- Tejido graso subcutáneo: Integrado por células adiposas y tejido conjuntivo. Más de la mitad de la grasa del organismo se encuentra aquí.
Funciones de la piel
La piel cumple numerosas funciones. Ante todo, constituye una barrera frente al mundo exterior, que nos defiende de las agresiones ambientales térmicas y químicas, radiaciones y microorganismos. Nos impermeabiliza, amortigua los golpes, regula la temperatura corporal, permite sentir numerosas sensaciones y juega un papel esencial en la comunicación psico-social, la afectividad y el placer.El aspecto de la piel, especialmente la del rostro, es fundamental para valorar en una persona la edad, el estado anímico y el carácter. Pero también en la piel se manifiestan enfermedades internas.
Cuidar la piel: Una tarea fundamental
El estado y apariencia de la piel determinan nuestra imagen y es por ello que se le prodigan tantos cuidados desde tiempos remotos. Hasta hace poco sólo las mujeres mimaban su piel. Los hombres descuidaban su cutis, por considerar ciertas prácticas como signos de afeminamiento. Pero la piel precisa los mismos cuidados en ambos sexos y éstos deben ser muchos, si queremos que, además de tener un aspecto sano, cumpla con sus funciones.La vida cotidiana, las tareas caseras, los jabones y mezclas inadecuados, el maquillaje, el stress, la tensión, la contaminación, etc. dañan este delicado pero a la vez resistente tejido. En verano a las agresiones habituales se le suman el exceso de radiación solar, el agua de mar o las piscinas, la utilización de cremas, la pérdida de agua por sudoración, etc. Resulta fundamental aumentar los cuidados de la piel más que nunca. Debemos procurar mantenerla intacta y ello supone conservar su manto ácido, cuidar su estrato córneo, hidratarla y no alterar su capa lipídica. Cualquier modificación de estas características produce efectos dañinos, provocando cambios en su aspecto y en su cometido defensivo.
Nuestra piel envejece...
El paso de los años es el peor enemigo de la piel. Ésta envejece y el proceso produce cambios:- Tiende a resecarse porque retiene menos agua y disminuye su manto lipídico. A veces esta desecación se acompaña de picor, el prurito senil, muy molesto y que por regla general comienza en las extremidades inferiores, para ascender por todo el cuerpo si no se remedia. Este picor se exacerba con el frío, la sequedad ambiental y los cambios bruscos de temperatura. El 70% de las personas mayores de 75 años lo padecen.
- Se vuelve más fina, pierde elasticidad y aparecen las arrugas.
- Se reduce la vascularización, por lo que la piel se torna más blanca y pálida.
- Pierde capacidad regenerativa y las pequeñas heridas tardan más en curar. Al perder capacidad regeneradora, las células córneas se acumulan y la piel se vuelve más áspera.
Aunque todavía no haya nada para combatir el paso del tiempo, podemos retrasar el proceso de envejecimiento de la piel cuidándola adecuadamente y evitando las agresiones externas.
Consejos para el cuidado de la piel
- Utilizar jabones que no alteren el pH ácido de la piel y que no desengrasen. No jabonarse en exceso. Dejar correr el agua por la piel y después aplcarse aceite corporal sobre la piel húmeda. La temperatura del agua no debe superar los 37-38º C.- Si utilizamos desengrasantes, disolventes, alcoholes o similares, protgernos con guantes adecuados o productos específicos para la piel. Por mucho que nos hayamos ensuciado, no usar nunca preparados abrasivos para lavarse.
- La hidratación es imprescindible, beber entre 1,5 a 2 litros diarios.
- Ejercicio físico moderado porque activa y mejora la circulación sanguínea y linfática de la piel, y le otorga un aspecto más saludable, fresco y terso.
- La dieta: Las vitaminas y minerales que contienen las frutas, verduras y hortalizas contribuyen a que la piel se mantenga joven. La vitamina A repara el colágeno y suaviza las arrugas. La vitamina C aporta a la piel más elasticidad y flexibilidad y atenúa las arrugas, y el ácido retinoico, disminuye las pigmentaciones anómalas.
- Practicar relajación. El stress produce vasoconstricción de los capilares y disminuye el riego de la piel.
- La actividad reparadora del sueño es máxima para la piel por la noche. Los beneficios de un buen descanso se reflejan en la piel.
- Usar ropa de algodón.
- Cuidado con la exposición al sol. La radiación solar, acelera el envejecimiento de la piel.