La ducha diaria

Nos duchamos por razones de higiene, para sentirnos más frescos, relajarnos y estar limpios. Pero, ¿cuándo traspasamos el límite y el exceso de higiene se convierte en un problema? Lavarnos y bañarnos demasiadas veces por día puede acarrearnos enfermedades cutáneas.

Relax, higiene, limpieza son algunos de los motivos por los que nos duchamos cada día. La pregunta que debemos hacernos es  si no nos sobrepasamos y nos higienizamos de más. Es decir, cuando la limpieza no es higiene sino una obsesión que puede provocarnos trastornos en nuestro cuerpo por usar tantos productos de aseo personal y el agua.

La piel es el órgano más extenso y es el que nos sirve de protección ante los diferentes elementos externos. Una de las capas de la piel es el manto lipídico que sirve para recubrir la piel y protegerla de manera natural. Está compuesta de agua, lípidos y otros componenetes que permiten retener el agua y así mantener hidratada nuestra piel.

Tiene un ph ligeramente ácido (5,5 aproximadamente) que es lo que impide que gérmenes, bacterias, virus y demás microorganismos vivan en nuestra piel. Es muy importante no alterar esa acidez porque el manto perdería propiedades y se volvería incapaz de frenar a los agentes externos. Ducharse varias veces a lo largo del día y utilizar jabones, geles u otros productos que contribuyan a perturbar el índice de acidez natural de nuestra piel pueden agotar el manto lipídico y desencadenar una serie de patologías cutáneas.

Problemas cutáneos por higiene excesiva

Nuestra piel está preparada para una única ducha al día. Si nos excedemos y lo repetimos varias veces a lo largo del día utilizando jabones y otros elementos, el exceso provocará la aparición de alguna de estas enfermedades:

- Dermatitis atópica: En este caso la superficie cutánea ya no cuenta con el manto lipídico protector y se produce una pérdida de agua que origina una intensa sequedad en la piel. Por este motivo, las personas afectadas sufren una gran sensación de picor. La dermatitis atópica es una enfermedad crónica pero para la que existe un tratamiento médico que logra controlar síntomas como el del picor y el enrojecimiento de la piel.

- Infecciones: Al perder el manto lipídico, podemos sufrir diversas infecciones. La pitiriasis alba, (manchas blanquecinas o con falta de pigmentación en la espalda y en extremidades superiores) es una de ellas. Generalmente va unida a la dermatitis atópica. Su tratamiento se dilata en el tiempo y se convierte en una tarea aburrida y molesta que conviene evitar cambiando o cuidando nuestra higiene diaria.

- Alergias: La predisposición es más alta cuando la capa protectora de la piel está agotada, pero ello no quiere decir que todas las pieles vayan a ser hipersensibles a determinadas sustancias. Depende de cada persona y del tipo de piel que tenga. Los alergenos que normalmente causan las reacciones alérgicas son algunos de los componentes que incluyen los propios geles de baño: Espesantes, emulsionantes, hasta el perfume o el color del producto.

El jabón perfecto para la piel

Los geles y los jabones que se emplean en el baño tienen ph, que es el índice de acidez que mide la alcalinidad del producto. Debemos utilizar sólo aquellos jabones que tengan un ph cercano al de la piel (5,5) y que en ningún caso excedan el 6,5. La cantidad de espuma y los perfumes no son pautas por las que debamos guiarnos a la hora de adquirir el producto. El gel o jabón más recomendable para nuestra piel no necesariamente destaca por su espuma o su olor.

Los jabones más recomendables son los que incluyen entre sus componentes aceite de oliva u otros aceites vegetales como el de almendras, el de germen de trigo, el de palma o el de coco. Una buena crema hidratante para después de la ducha es ideal para concluir nuestra higiene diaria.

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