Contar baldosas, mirar la patente de los autos, comprobar que todo esté apagado... son pequeñas manías que todos tenemos pero, cuando las llevamos al extremo de no poder dejar de hacerlas o nos cusan angustia, nos encontramos con conductas compulsivas que superan nuestra voluntad.
Cuando comienzan a coartar el tiempo y la estabilidad, se convierten en un problema para la convivencia con el afectado. Comprobar que hemos cerrado la llave del gas no es malo, pero hacerlo tres, cuatro veces o más, aun después de ver que no estaba abierto, empieza a ser para la persona un problema angustiante. Además, estas manías suelen ir acompañadas de otras parecidas, por lo que la vida cotidiana acaba llena de comportamientos "rituales".
Quien lo sufre es el primer sorprendido y molesto por todo este ritual de acciones. No encuentra explicación a lo que le sucede ni de dónde le viene. Siente que no puede vivir sin someterse a esos rituales y se sabe esclava de ellos. En algunos casos deriva de personalidades obsesivas, de motivos inconscientes o hábitos culturales aprehendidos, pero la mayor parte de las veces no se llega a saber por qué se padecen. Lo que sí es común es un cierto grado de rigidez en la estructura de la personalidad. Si se le pregunta al maniático para qué lo hace, no sabría contestar. Pero, sí es consciente de que sólo se queda tranquilo si cumple con su rito. El problema está en que también consigue sacar de quicio a los que le rodean, que sufren su ansiedad pero no la calman.
Proclives a las manías
Las manías o los rituales de comportamiento son más frecuentes:- Personas de escaso nivel cultural en las que los amuletos y estampitas pueden determinar sus actos.
- Personas mayores: A medida que la persona se va sintiendo mayor, el temor a la propia inseguridad le impulsa a aferrarse a hábitos rígidos: la hora de comer, la de leer, la de pasear.
- Las personas acostumbradas a vivir solas se han ido elaborando su propio espacio vital plagado de costumbres, usos y hábitos.
- Personas muy ordenadas, perfeccionistas y escrupulosas pueden convertir un buen hábito en comportamientos inflexibles, en manías.
Manías más frecuentes
Existen tantas como tipos de personas; pero, si hubiera que hacer una clasificación, se harían presentes la imposición exagerada de orden, la limpieza, los escrúpulos, la necesidad de seguridad y el perfeccionismo.- Manías relacionadas con el orden.
- Necesidad de que todas las cosas de la casa estén en su sitio. Tener la casa en orden es muy positivo pero pretender que no se mueva nada ni se ensucie nada, es una manía.
- La tendencia a colocar los objetos de manera simétrica y alineada.
- Hacer recuentos una y otra vez, por la necesidad de numerar y clasificar.
- Rigidez extrema con la puntualidad propia y ajena.
- Manías en torno a la limpieza y la salud.
- Miedo irracional a enfermar que conduce a tomar precauciones exageradas.
- Necesidad de lavarse continuamente las manos o la boca.
- Temor a tocar cosas que hayan tocado otros.
- Aversión a dar la mano a otras personas.
- Compulsión de limpiar una y otra vez la casa.
- Miedo exagerado a contaminarse con productos alimenticios y sus componentes.
- Asco de las propias secreciones corporales.
- Manías relacionadas con la seguridad.
- Tendencia a comprobar una y otra vez que puertas, ventanas, grifos, llaves, luces están debidamente cerrados o apagados.
Cómo saber si se padece una manía patológica
La aparición de cuatro o más de los siguientes síntomas puede ser motivo consulta a un profesional.- Preocupación por los detalles, las normas, las listas, el orden, la organización o los horarios hasta el punto de perder de vista el objeto principal de la actividad.
- Perfeccionismo que interfiere en la finalización de las tareas.
- Dedicación excesiva al trabajo y a la productividad con exclusión de las actividades de ocio y las amistades.
- Excesiva terquedad e inflexibilidad en temas de moral, ética o valores.
- Incapacidad de tirar los objetos gastados o inútiles, incluso cuando no tienen un valor sentimental.
- Recelo a delegar tareas o trabajos en otros, a no ser que éstos se sometan a su manera de hacer las cosas.
- Parquedad en los gastos propios y ajenos. El dinero se debe guardar para afrontar posibles catástrofes.
- Rigidez y obstinación de carácter.