Los bebés que gozan de la lactancia materna tienen garantizada el agua porque un 90% de la leche que toma es agua. Es por eso que las madres deben cuidar muy bien su alimentación y mantenerse bien hidratadas. En cambio, los ancianos padecen de deshidratación crónica y las cantidades de agua que hay en su cuerpo se han reducido al 50%, la conciencia de beber también disminuye y les expone a un peligro de salud durante la etapa estival. La percepción de sed del anciano disminuye, y las enfermedades crónicas, consumo de medicamentos, problemas de movilidad o alteraciones cognitivas lo hacen cada vez más vulnerable. Muchos ancianos igresan en los centros hospitalarios por deshidratación y, si no se atiende a tiempo, puede ser mortal para ellos.
La disminución del contenido de agua en el cuerpo que sobreviene con la edad está íntimamente relacionada con la secreción de la hormona antidiurética, la filtración glomerular y la función tubular en los riñones, dificultando el mantenimiento de un equilibrio hídrico. Otro problema es la disfagia, la dificultad o inhabilidad para tragar debidas a una disminución de la coordinación de la musculatura orofaríngea.
Cuidado en verano
El calor junto con la actividad física de paseos, excursiones o deportes que hacemos en verano, piden a gritos una hidratación responsable. Con temperaturas extremas o actividad física muy intensa el organismo pierde entre dos y cinco mililitros por minuto. Se recomienda beber unos 500 ml. de agua dos horas antes de una actividad intensa bajo el sol; porque la hidratación preventiva evita lesiones y permite un rendimiento óptimo.La OMS considera que las necesidades hídricas dependen de factores como el clima, el grado de actividad física y la cultura alimenticia. Por término medio, se considera que un adulto de 60 kg necesita dos litros por día y un niño de 10 kg, un litro.