Con el invierno llegan las enfermedades respiratorias e infecciosas como rinitis, bronquitis, resfríos y gripe. recurrimos al médico para que nos cure lo más rápido posible o, lo que es peor, vamos a la farmacia y nos autorecetamos un anibiótico sin saber si estamos afectados por un virus, una bacteria o un virus contra el cual el antibiótico es ineficaz.
Un malestar que podría pasar en unos días sin medicarnos, al tomar antibióticos sin receta médica lo que hacemos es que cada vez un mayor número de gérmenes se muestren resistentes a los antibióticos. La OMS ha dado la voz de alarma en la publicación 'Contengamos la Resistencia Microbiana', donde expone el peligro que acarrea la progresiva pérdida de actividad de medicamentos que en su día fueron eficaces. Casi todas las enfermedades infecciosas importantes se vuelven, con el paso del tiempo, resistentes a los actuales medicamentos y plantean un problema de salud pública a nivel mundial.
Las infecciones en la actualidad
Algunos países desarrollados consieran que las enfermendades infecciosas son cosa del pasado, pero nada más erróneo. El sida, la tuberculosis, las hepatitis C y E, la malaria y la meningitis, entre otras, y la cada día mayor resistencia a los antibióticos de muchas infecciones son la otra cara de la moneda de este exceso de confianza.El progreso de las medidas sanitarias, el avance farmacológico, las vacunas, los antibióticos, hacen creer que estas enfermedades van a desaparecer pero no es así, muchas de ellas reaparecen y otras, incluso, recrudecen.
La resistencia a los antibióticos
Las causas son muchas. Los gérmenes elaboran defensas frente a los antibióticos, evolucionan y mutan; la resistencia microbiana es un fenómeno biológico natural. Y si a esto se le añaden otras circunstancias, como el uso indiscriminado, inadecuado y banal de los antibióticos, sin olvidar que a menudo no nos ajustamos a las dosis y cantidades establecidas, ni a la duración del tratamiento, se entiende que los gérmenes sean capaces de crear resistencias.Ante determinadas infecciones, se hacen cultivos y estudios de la sensibilidad y resistencia de los gérmenes causantes para combatirlos con el antibiótico adecuado, y a veces se utilizan varios o uno de amplio espectro que con el paso del tiempo van perdiendo eficacia.
Las infecciones no conocen fronteras
Hoy en día las personas viajan por todo el mundo y con mucha frecuencia. Viajan a países de riesgo, menos desarrollados y pueden traer consigo gérmenes, aumentando su resistencia contra los tratamientos conocidos.Es por ello que la OMS recomienda que los aviones sean desinfectados cuando vienen de zonas palúdicas porque es probable que las personas y los aviones transporten involuntariamente el mosquito infectado por el virus, llevando la enfermedad a países donde no era conocida.
Los antibióticos en la agricultura y la ganadería
El uso de antibióticos en la agricultura y la ganadería se ha convertido en una práctica cada vez más frecuente. Se estima que casi la mitad de los 25 millones de kilos de antibióticos producidos en Estados Unidos se destinan para uso animal y, cerca de 20 mil kilos, se utilizan para rociar árboles frutales.Se generan así cepas resistentes y, según los científicos, los antibióticos agrícolas pueden contribuir a la mutación genética de los gérmenes transmitidos por los alimentos. El problema se agrava y toma un cariz preocupante.
Utilizar los antibióticos de manera correcta
- No automedicarse. Debemos tomar antibióticos sólo cuando el médico nos lo indique. Hay personas que le piden antibióticos a su médico ante los primeros síntomas de catarro, gripe o rinitis, para que las molestias desaparezcan cuanto antes. Otras se automedican con antibióticos ante la aparición de los primeros síntomas, atribuyendo a una infección lo que puede tener otras causas bien distintas. Estos son comportamientos que debemos evitar.- No pedir al médico que nos recete antibióticos sólo porque nos queremos curar antes. Los causantes de muchas afecciones respiratorias son virus ante los cuales los antibióticos no surten efecto. En ese caso, sólo están indicados cuando el médico percibe riesgo ya sea por la posibilidad de enfermedades subyacentes o por edad y para evitar la sobreinfección.
- Iniciar el tratamiento cuando el médico lo crea conveniente y no cuando nos apetezca porque tenemos algunos síntomas. Es mejor realizar el cultivo y el antibiograma, o proceso que determina el antibiótico que frena el crecimiento del germen o bacteria y que, por lo tanto, habrá que administrar al paciente.
- Utilizar, siempre, la dosis adecuada de antibiótico y durante los días fijados por el médico (en general, se debe suministrar durante al menos 4 ó 5 días) y no dejar de ingerirlo cuando se nota mejoría: es imprescindible terminar el tratamiento completo.
- No guardar las pastillas sobrantes para otra ocasión. Así evitaremos tentarnos de usarlos en otra ocasión de manera incorrecta.
- El antibiótico más caro no es siempre más efectivo. Intentar que nos receten los más económicos. Los genéricos son una buena opción.