El exceso de grasa abdominal, particularmente la grasa visceral que se acumula alrededor de los órganos internos, puede producir hormonas y otras sustancias perjudiciales para la salud.
Así es cómo:
- Adipocinas: las células grasas o adipocitos liberan varias moléculas de señalización llamadas adipocinas. Algunas adipocinas, como la adiponectina, tienen efectos beneficiosos como mejorar la sensibilidad a la insulina y reducir la inflamación. Sin embargo, otros como la leptina, la resistina y la interleucina-6 (IL-6) pueden promover la resistencia a la insulina, la inflamación y contribuir a los trastornos metabólicos cuando sus niveles están elevados. Este desequilibrio en la producción de adipocinas puede alterar los procesos metabólicos y aumentar el riesgo de enfermedades como la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares.
- Resistencia a la insulina: el exceso de grasa abdominal está fuertemente asociado con la resistencia a la insulina, donde las células se vuelven menos receptivas a los efectos de la insulina. La insulina es una hormona que regula los niveles de azúcar en sangre al promover la absorción de glucosa en las células. Cuando las células se vuelven resistentes a la insulina, los niveles de azúcar en sangre permanecen elevados, lo que lleva a una mayor secreción de insulina por parte del páncreas. Esta elevación crónica de los niveles de insulina puede contribuir al desarrollo de diabetes tipo 2 y otros trastornos metabólicos.
- Aumento de la producción de cortisol: la grasa abdominal contiene niveles más altos de una enzima llamada aromatasa, que convierte los esteroides suprarrenales en estrógeno. Esto puede provocar un desequilibrio en los niveles hormonales, incluido un aumento de la producción de cortisol. El cortisol es conocido como la hormona del estrés y sus niveles elevados pueden contribuir al aumento de peso, particularmente en el área abdominal, así como a aumentar el apetito y los antojos de alimentos no saludables.
- Moléculas inflamatorias: la grasa visceral es metabólicamente activa y libera citocinas proinflamatorias como el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-alfa) y la IL-6. La inflamación crónica de bajo grado es un sello distintivo de la obesidad y desempeña un papel clave en el desarrollo de resistencia a la insulina, aterosclerosis y otras complicaciones cardiovasculares.
- Ácidos grasos libres: cuando la grasa abdominal se descompone, libera ácidos grasos libres en el torrente sanguíneo. Los niveles elevados de ácidos grasos libres circulantes pueden interferir con la señalización de la insulina, promover la inflamación y contribuir al desarrollo del síndrome metabólico.
En resumen, el exceso de grasa abdominal puede actuar como un órgano endocrino, secretando hormonas y otras moléculas que alteran los procesos metabólicos, promueven la inflamación y aumentan el riesgo de desarrollar diversas enfermedades crónicas, como diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y ciertos cánceres.
Por lo tanto, reducir la grasa abdominal mediante modificaciones en el estilo de vida, como ejercicio regular, una dieta saludable y manejo del estrés, es crucial para mejorar la salud general y reducir el riesgo de complicaciones relacionadas con la obesidad.
Los peligros que esconde la grasa abdominal
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