El funeral



La muerte de un ser querido es la experiencia más dolorosa por la que tiene que pasar una persona. Los amigos y familiares deben y pueden acompañar en este duro trance. Sin embargo, hay algunas normas de buen comportamiento para estas circunstancias que debemos observar.

- La familia del fallecido comunicará a los más allegados la muerte del familiar. Algún pariente cercano puede hacerlo si es que los familiares directos están muy afectados y se sienten sin fuerzas para esto. La familia debe estar muy cerca en este momento y mostrar su manera de colaborar.

- La familia más cercana vestirá de luto, siendo aceptable colores oscuros o una combinación de blanco y negro, no siendo indispensable el negro riguroso. Los tiempos modernos no lo hacen necesario aunque tampoco deben vestirse con colores fuertes ni estampados, la discreción es muy importante.

- Los familiares y amigos más allegados acompañarán a la familia del difunto antes del entierro. Las personas menos allegadas enviarán cartas o telegramas de condolencia. Nada de llamadas telefónicas a las apuradas salvo que nos fuera realmente imposible comunicarnos de otra manera.

- Estas personas menos allegadas pueden no asistir al entierro, pero la asistencia al funeral es inexcusable. Uno puede no asistir a una boda o a una fiesta, pero nunca es admisible faltar a un funeral. La familia nos puede dispensar de ausentarnos de una fiesta pero no de un fuenral. Tampoco es que debamos levantarnos de la cama si estamos enfermos pero una cita en la peluquería no es un buen pretexto...

- A un funeral no se puede llegar tarde. La puntualidad es imprescindible.

- En el funeral hay que mantener una actitud de seriedad y respeto.

- Hay que mantener las formas. No podemos saludarnos efusivamente con un conocido y estar a las risas, mientras a dos mentros está la familia del fallecido. Si acompañamos a los familiares en este trance es hasta el final.

- Se esperará al final de la ceremonia religiosa para dar el pésame a la familia del difunto.

- El pésame debe ser sencillo, corto y digno. "Estamos muy apenados", "mucho ánimo", etc. Nada de frases del tipo "con lo bueno que era", "siempre se van los mejores", "qué tragedia, si ayer se lo veía tan lleno de vida". Está completamente fuera de lugar empezar a relatar anécdotas vividas con el difunto.

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