En las Galerías Lafayette de Berlín una exposición reúne cerca de 100 lápices labiales propiedad del maquillador de estrellas René Koch como homenaje a la barra de labios, que cumple su 125º aniversario en la versión más moderna.
En la exhibición se exponen réplicas de los lápices de labios que se presentaron en 1883 en la Exposición Universal de Amsterdam, que están consideradas como el primer labial moderno. Se obtenían a partir de grasa de venado y estaba envuelto en un fino papiro de seda.
La estrella de la colección de Kocch es el lujoso lápiz labial de Evita Perón el cual convive en las vitrinas de las galerías berlinesas con los últimos modelos del mercado, que incorporan incluso una linterna, y con antiguos lápices labiales de la desaparecida República Democrática Alemana.
La actriz Sarah Bernhardt calificó el invento como el "bolígrafo del amor", si bien éste no fue bien recibido por la alta sociedad de la época. La propia reina Victoria de Inglaterra declaró en 1860 que el maquillaje era símbolo de la vulgaridad propia de las clases bajas, del espectáculo y de la prostitución.
Los orígenes de la barra de labios se remontan a la Mesopotamia, donde las mujeres se maquillaban con joyas semipreciosas trituradas y Cleopatra se aplicaba su propia pintura labial fabricada con una base de hormigas y escarabajos de carmín, que contenían un fuerte pigmento rojo.
El color rojo vinculado al labial se convirtió a comienzos del siglo pasado en uno de los símbolos del movimiento feminista. Durante la Segunda Guerra Mundial, la sociedad se cuestionaba si era "patriótico" dedicar atención a la imagen personal mientras los hombres luchaban en el frente de batalla.
Una vez terminada la guerra, el ministerio estadounidense de Economía determinó que las mujeres que trabajaran para la industria armamentística lucirían carmín para incrementar la productividad.
La barra labial ha sido desde siempre ha jugado un papel muy importante en el cine y algunas de sus grandes estrellas, como Marylin Monroe, conquistaron la pantalla con la fuerza de sus labios.
Koch, maquillador de Claudia Schiffer -entre otras famosas- e impulsor de esta exposición, tiene previsto abrir el primer museo dedicado al pintalabios para seguir rindiendo tributo a uno de sus más valiosos utensilios de trabajo.