El amor filial no nace de la nada. Hay padres que no han sabido amar a sus hijos, no han podido demostrarles su amor, cultivar los sentimientos. A lo largo de la vida no lo han hecho y ven las consecuencias al sentir el abandono, del que muchas veces son responsables. Sus hijos no están obligados a amrles. Tal vez sólo cuiden de ellos por un deber de humanidad pero nada más. Incluso hay hijos que desarrollan sentimientos negativos hacia sus padres y no pueden ni siquiera ayudarlos ante la necesidad.
Pero el amor también se aprende. A veces, los padres no han estado a la altura de las circunstancias, otras no han sabido transmitir el amor seguramente porque a ellos tampoco les enseñaron a amar. El amor no solo está en el fondo sino, también, en las formas. Debemos conocer cuál es nuestro caso particular.
Si la relación es insana, no saludable en nuestra vida debemos optar por no amarlas como parte del respeto que nos debemos a nosotros mismos. En este caso debemos permitirnos no amarlos, prodigarles, eso sí, actitudes cariñosas y atenderlos o cuidarlos en sus necesidades básicas. Esto últmo está relacionado con nuestro deber de reciprocidad y agradecimiento.
Siempre es tiempo de amar
La calidad de las relaciones afectivas se ven condicionadas por la carencia pero se puede aprender a amar y para ello no hay un tiempo determinado. Siempre será mejor amar desde pequeños pero los mayores también están a tiempo y esto les permitirá tener una vida mejor, llena de acriño, afecto y buenos sentimientos.Dedicar tiempo, escuchar, el respeto, las muestras de amor como besos, abrazos, palabras afectuosas, son imprescindibles en el amor. Además qque el amor nos da seguirdad, protección, ilusiona la vida.
En las relaciones con nuestros padres, el amor debe cultivarse, dedicarle tiempo, espacio, cariño. Algunas pistas para mantener esa relación son:
- Dedicarles parte de nuestro tiempo para estar con ellos y compartir ese tiempo no solo coincidir en el espacio físico.
- Prestar atención a sus necesidades, sus preocupaciones, penas y alegrías.
- Comunicarse, hablar, compartir cosas de la vida que generan un lazo entre las partes.
- Respetar al otro, sin reproches y sin esperar que cambie a nuestro gusto y parecer.
- Hacer sentir a la otra persona que es importante en nuestra vida con ternura y cariño, diciéndole 'te quiero', con muestras de cariño.