Cómo la moda está reescribiendo el lenguaje del poder femenino

Cómo la moda está reescribiendo el lenguaje del poder femenino

En una era en la que la ropa ya no solo cubre el cuerpo, sino que amplifica narrativas, la moda femenina está experimentando un giro radical: ya no se trata de agradar, sino de declarar. En las últimas semanas de la moda —de París a Seúl— las pasarelas se convirtieron en escenarios de disidencia estética, donde el poder femenino se expresó no desde la suavidad, sino desde la estructura, el volumen y la imperfección deliberada.

La revolución no será entallada

Balenciaga desafió nuevamente la lógica de la silueta convencional. En lugar de cuerpos acentuados, vimos estructuras que ocultan la figura, que la enmarcan como si fuera arte abstracto. Lo que antes se llamaba “oversize” ahora es lenguaje visual: una armadura emocional que dice “estoy aquí, pero no para ser digerida fácilmente”. Es un cambio del deseo al dominio.



Las texturas hablan más que los estampados

La temporada SS25 ha traído una paleta neutra, pero cargada de textura: cuero tratado como papel, algodón crudo sin teñir, y tweed desgastado que se resiste a la nostalgia. “No se trata de mirar atrás, sino de llevar el pasado como una piel nueva”, explicó la diseñadora danesa Cecilie Bahnsen tras su desfile. En otras palabras, la memoria no es adorno: es resistencia.

Moda para ser mirada… pero no tocada

Quizás el giro más interesante está en la joyería y los accesorios, cada vez más escultóricos y menos “usables”. Pendientes que rozan los hombros como sables, gafas que cubren media cara, guantes largos en pleno verano. La función se vuelve secundaria. ¿La prioridad? El impacto visual. Estamos en una era en que la moda se vuelve performática: cada prenda es una postura.



¿Y el lujo? Se redefine desde el silencio

Mientras algunos aún asocian el lujo con logos y brillo, las casas más influyentes están apostando por lo invisible: costuras internas perfectas, tejidos que no se arrugan, ropa que parece simple hasta que se mueve. Es el lujo silencioso, casi espiritual. Una afirmación de que el poder no necesita ser gritón para ser absoluto.

Conclusión: vestirse ya no es rutina, es declaración

Hoy, vestirse es una forma de escribir el cuerpo en el mundo. Ya no basta con verse bien: hay que decir algo. Y la moda, como siempre, responde primero donde más se necesita: en el detalle, en el corte, en el silencio lleno de intención de un conjunto perfectamente desprovisto de ornamento.

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