Cómo aprovechar nuestro tiempo libre

Cómo aprovechar nuestro tiempo libre

El tiempo libre es un regalo para todos. Verás cómo hasta tomarte un helado en la plaza puede convertirse en un rato agradable.

Disfrutar del tiempo libre: una tarea difícil

La mayoría de los adultos, aun inconscientemente, vivimos una vida planificada, con una rutina en que las horas transcurren sujetas a un programa que se nos ha colado sin avisar pero que determina cada paso que damos. cuando nos encontramos con personas que parecen extravagantes, "raras", que hacen cosas diferentes, disfrutan del campo, salen a pasear, les gusta la música, no nos damos que no son "raros" sino que, simplemente, son felices haciendo lo que les gusta.

La mayoría de las decisiones que tomamos un día laborable las ejecutamos casi como autómatas. Y es que las circunstancias pueden tanto..., apenas queda margen para improvisar o para ceder ante los impulsos de hacer algo distinto. Cuesta mucho alterar el ritmo cotidiano durante la semana, pero cuando llega el fin de semana o las vacaciones, todo cambia. Sin embargo, necesitamos un poco de decisión y de confianza en nosotros mismos para gestionar ese tiempo de ocio de manera que nos resulte satisfactorio y reparador. No es fácil: cada uno es muy suyo, y lo que hace feliz a este disgusta o aburre a aquél; hay quienes prefieren "programas" densos y activos, y quienes lo dejan casi todo a la improvisación.

Dedicarnos a mejorar el rendimiento de nuestro tiempo libre nos reportará grandes beneficios. Porque "ocio" no significa "no hacer nada", estar tirados panza arriba sin nada que hacer. El ocio es la contrapartisda del trabajo. significa poder ocupar nuestro tiempo en tareas relajantes, familiares, de reflexión, de esparcimiento. Un tiempo en el que podemos hacer lo que nos gusta y no solo lo que debemos hacer. Es el tiempo de cada uno y que debe entenderse como independientes de las rutinas y circunstancias que rigen nuestra vida cotidiana.

Por tanto, partamos de que el ocio es algo importante y, en cierta medida, el baremo de nuestra felicidad. Destinar un tiempo a pensar en lo que me hace disfrutar significa que nos valoramos a nosotros mismos y nos creemos merecedores de esa alegría que dota de equilibrio a nuestra vida.

El ocio es cosa seria

No se trata de darnos con el gusto en todos los caprichos que se nos ocurran. Debemos programar lo que nos gustaría hacer  este fin de semana, las próximas vacaciones o en algún feriado durante el año. Hay miles de cosas para hacer y para lso gustos más variado. lo importante es que, luego, podamos decir: "qué bien lo pasé", "cómo disfruté", "no pensé que lo pasaría tan bien", "he vivido un momento inolvidable". Apenas hay fronteras para el disfrute, más allá de las leyes y la ética personal. Dejemos volar la imaginación, pensemos un poco en las cosas que nos gustaban cuando éramos chicos y seguramente ya tendremos planes para hacer. ¿Cuánto hace que no vas a un circo, al parque de diversiones, a comer pochoclo, al parque a dar un paseo en bote? Una caminata al cerro, salir a pasear mirando las calles, las casas, los árboles... descubrirás tantas cosas que no veías antes por pasar a las corridas.

Por supuesto que no es fácil. A veces la pereza puede más que nosotros. El dinero, las convenciones sociales; pero ese es el reto mayor, vencer las barreras que muchas veces nosotros mismos nos ponemos. Porque casi siempre entrañan algún cambio o riesgo, y una dedicación. Lo más sencillo es cubrir el sábado o el domingo leyendo el diario, hablando con la familia, paseando un poco y viendo la TV. No hay emociones, no hay creatividad, no hay ejercicio físico,antes o después, llegará el aburrimiento. Por supuesto que estar en casa y descansar es muy bueno, compartir con la familia, cocinar, recibir amigos en casa, todas esas cosas nos pueden hacer sentir muy bien. y aprovechar nuestro tiempo de ocio. Debemos evitar dejarnos arrastrar por el desánimo, el aburrimiento o abatirnos.

No todo cuesta dinero

Podría parecer que las posibilidades lúdicas comienzan y acaban en las propuestas comerciales. Nada más lejos de la verdad. Hay muchos placeres que no requieren gasto ni contratar nada. Sólo es cuestión de descubrirlos. Están esperándonos. El ocio, como cualquier otro tiempo o período de la vida, lo podemos programar para garantizar que responda a lo que quieremos obtener de él. Ahora bien, esto no significa determinar siempre qué, cómo y cuándo hacer tal cosa, a no ser que la actividad lo requiera. No podemos trasladar el stress laboral al tiempo de ocio. Debemos convencernos de que el tiempo de ocio no es el que se requiere para descansar después de una jornada de trabajo. Todo lo contrario, es el tiempo que nos merecemos, que delimitamos, con hora y día, para hacer lo que realmente deseamos. Un tiempo que tiene la misma categoría que el dedicado al trabajo.

Cuando hablamos de trabajo, no entendamos sólo las tareas remuneradas. Estudiantes,desempleados y amas de casa tienen también derecho (y necesidad) a disponer de su tiempo de ocio. Un buen baremo de la consideración y mimo que tengo hacia mí mismo, es ver con qué firmeza e ilusión defiendo y estructuro mi tiempo de ocio. No lo olvidemos.



Para disfrutar el tiempo libre

Preguntas clave: ¿Lo paso bien los fines de semana? ¿En vacaciones hago lo que más me gusta? ¿Qué puedo hacer para que mi tiempo libre me resulte más gratificante?

Ideas: El ocio no es el tiempo de descanso, sino el más nuestro, el de disfrutar de la vida, ese del que yo puedo disponer y que más habla de mí mismo. Lo dedico a mi satisfacción personal, porque he de intentar ser feliz. El ocio, y lo que hacemos con él, es tan importante y necesario como el trabajo.

Divertirse requiere dedicación: El ocio tiene una atractiva componente de despreocupación, pero ello no obsta para que programemos con hora y día, con mimo e ilusión y sin miedo al fracaso, lo que vamos a hacer con él.

El gran enemigo: la pereza. Un poco de apatía puede estar bien, incluso reconforta. Pero en demasía, frena iniciativas que pueden agradarnos mucho. Hay que controlarla. Y, si es caso, superarla con decisión y buen ánimo.

Otros frenos: modas, convenciones, rituales (amigos, vida familiar, cena de los sábados, fútbol del domingo, ...) los tabúes y los prejuicios (el qué dirán), impiden frecuentemente el goce. Pasemos de ellos.

Hemos de mirar hacia dentro, investigarnos: no es fácil saber qué es lo que nos gusta hacer. Tenemos mucho poso, demasiadas costumbres. Reflexionemos abiertamente sobre ello. Cuando lo averigüemos, no dudemos. Si respetamos las leyes y mantenemos una cierta ética, no debe haber barreras.

Libres, pero no temerarios. Seamos realistas. Procuremos que nuestros planes vayan acordes a nuestra edad y sean coherentes con el momento físico y psicológico en que vivimos.

Soledad, dosificada: el ocio también se comparte. Y, bien planteado permite entablar nuevas amistades o reafirmar las existentes que más nos "llenan".

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